De: La Frikipedia, la enciclopedia extremadamente seria.
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George Lucas tomó conciencia de sí mismo el 14 de mayo de 1944. Los frikis, asombrados, intentaron adorarle.
Hijo de Dorothy y de George Lucas (el padre no se complicó la vida escogiendo el nombre del chaval), George Lucas tomó contacto con la humanidad en la ciudad de Modesto, allá por California, doblando a la izquierda y siguiendo todo recto, en mayo de 1944. Tras pasar una infancia simulando ataques atómicos en la escuela escondiéndose bajo el pupitre y huyendo de los soplamocos que le atizaban los matones cuando su hermanas menores no le protegían, a George empezó a picarle el gusanillo por la velocidad y las mujeres al salirse pelusilla (tonto que era, vamos), no tardando en especializarse en las rubias y en las carreras de coches. No obstante, se le quitaron todas las tonterías de la cabeza cuando se pegó un castañazo de dos pares de cojones el 12 de junio de 1962 mientras conducía un cortacésped con matrícula de la marca Autobianchi Bianchina (el cual, por aquel entonces, debía ser una marca muy famosa, pero que aquí no la conoce ni Dios), dándole un nuevo significado a la expresión "aplastamiento del saco pulmonar". La cosa tuvo su gracia (dudo que George piense así) si se tiene en cuenta que le faltaban pocos días para terminar los estudios de secundaria. Un poco más y se muere con el título de primaria, lo que también tiene cojones.
Tras esquivar la muerte de pura chiripa y asumir que nunca podría dedicarse a inflar globos, George se dijo a sí mismo que las rubias y los coches eran una mala combinación, que para eso mejor pajearse, por lo que optó por estudiar un FP de antropología. No obstante, la antropología le interesaba tanto como la vida sexual del escarabajo pelotero finlandés, por lo que el bueno de George, lejos de hincar los codos, optó por interesarse por el mundillo del cine, las cámaras, la fotografía y otras cochinadas propias de su edad.
Por esa época, un medio palurdo que se las daba de director experimental, llamado Bruce Baillie, le pidió permiso para hacer proyecciones de sus películas experimentales de 16 milímetros en el patio de su casa, usando para ello una sábana blanca a modo de pantalla. George aceptó, lo que supuso el inicio de un interés inaudito por el cine abstracto y experimental. El pobre tenía 19 años y era impresionable con poquita cosa.
También por esa época conocería a Haskell Wexler, un tipo al que ni usted ni yo conocemos, pero que resulta que era un director y productor muy conocido en los Estados Unidos, y que incluso había ganado premios y que, a la postre, se convertiría en su primer mentor cinematográfico, guía, tutor o como quiera usted llamarlo. Vamos, el primero que le comió el coco con el rollo del cine.
Algún tiempo después, y con la cabeza llena de pajaritos y restos de cannabinoides, Lucas se dio el piro a la Escuela de Artes Cinemáticas de la Universidad del Sur de California (chulo el nombre, joder), con la intención de aprender a hacer películas. Allí fue donde aprendió de qué iba la cosa esta del cine, mientras se dejaba influenciar por profesores, compañeros e incluso un montador yugoslavo y un camarógrafo francocanadiense. Como era lógico, Lucas empezó a flipar en colores, rodando toda clase de experimentos y chorradas en formato de 16 milímetros, la mayoría de los cuales se acabaron perdiendo.
En el año 1967, Lucas salió de la universidad con un bonito título de licenciado en artes bajo el brazo y con una idea fija en la cabeza: enrolarse en el ejército del aire para hacerse oficial. Demostraba así que la inteligencia le perseguía pero él era más rápido. Más como el majete acumulaba incontables multas de tráfico por exceso de velocidad y mamadas al volante, lo mandaron a hacer puñetas. Poco después sería el ejército quien contactaría con él para pedirle que se dejase la vida en la Guerra de Vietnam pero, lo que son las cosas, al hacerle las pruebas médicas le diagnosticaron diabetes, diarrea espóntanea y cerumen en los oídos, por lo que lo mandaron para casita antes siquiera de ponerse el uniforme.
Como estaba claro que no lo querían en ninguna parte, George volvió a su Escuela de Artes Cinemáticas de la Universidad del Sur de California, aunque esta vez para dar clases. En concreto, enseñaba a los soldados cómo rodar documentales guarros con muñecas de trapo. Fue en esa época cuando George rodaría la primera versión de "THX-1138", un cortometraje de ciencia ficción bastante bobo, ideado tras mezclar vino, cerveza y LSD, pero que con el paso del tiempo se convertiría en el más fetichista de sus trabajos.
Fue por estos años cuando Lucas logró ganar una beca de la Asociación Californiana del Tiro al Pichón para asistir como oyente al rodaje de una película que estaba siendo dirigida por un tal Francis Ford Coppola, es decir, un director de verdad, con vistas a aprender de alguien que supiera un mínimo de cine. Más como Lucas tenía ese caracter dicharachero y simpaticote, ambos no tardaron en hacer buenas migas, hasta tal punto que se comprometieron a fundar una productora liberal a la que bautizaron con el esperpéntico nombre de American Zoetrope.
Una vez fundada la productora, lo primero que hizo el espabilado de George fue rodar la versión larga de "THX-1138". Resultó un fracaso.
No obstante, el majete no se desanimó y lo intentó con una película sobre música y calenturientos adolescentes estadounidenses ambientada en los lisérgicos años 60, a la que llamó "American Graffiti". Y fue un éxito.
A partir de ese momento a George se le subió la fama a la cabeza y se empecinó en querer hacer una película sobre Flash Gordon, con cuyas aventuras había disfrutado en su infancia más que un tonto con un lápiz. Pero como no conseguía los permisos adecuados, tuvo que renunciar e inventarse su propia historia. Nació así el guion de "La guerra de las galaxias" ("Star Wars" para los yankis), que se convertiría en un exitazo, a la vez que una apertura de ojos por la vía más dolorosa.
No en vano, George la pasó putas con la peliculita de marras. De primeras, tuvo que convencer a una productora para que pusiese la pasta para el rodaje una space-opera que no se la creía ni él. Luego renunció a la mayor parte de los beneficios a cambio de negociar los derechos para controlar todo lo que se derivase de ella (a la larga resultó ser un espabilao que acabo metiéndosela doblada a los productores). Por si no fuese poco, el rodaje fue peor que ver dos colonoscopias con diarrea, porque todo salía mal y el dinero se iba en tonterías y problemas. El montaje inicial resultó lisérgico y, llegado el momento del estreno, nadie estaba seguro de por dónde podía reventar aquel engendró que había costado más dinero que el minibar de Alberto de Monaco. De hecho, a George llegaron a diagnosticarle hipertesión tras un cabreo telefónico en donde le informaron desde la otra punta del planeta que el equipo de gente ubicado en California se había gastado un millón de dólares del presupuesto en putas y vino.
A pesar de todo, la pelicula funcionó, siendo el nacimiento de su imperio económico.
Tras ganar una pasta gansa con "La guerra de las galaxias", Lucas se bajó los pantalones, puso el badajo encima de la mesa y dijo :"Por mis huevos que ruedo 'Apocalipsis Now'". Y no la rodó. Su trabajo en "La guerra de las galaxias" se alargó más que la minga de un caballo, por lo que fue Coppola quien se hizo cargo de ella (de la película, no de la minga), llevando a la bancarrota a la productora American Zoetrope. A George no le hizo ni puta gracia que aquel cuatro ojos barbón y putañero liquidase el dinero con más rapidez que las botellas de whisky, por lo que decidió hacer mutis por el foro y montar su propia productora usando el dinero ganado con "La guerra de las galaxias". Nació así la productora LucasFilm bajo el lema de "Lo mío, pa mí".
A continuación George se puso a trabajar en las siguientes entregas de "La guerra de las galaxias", sabedor del dineral que aún le quedaba por embolsarse. Pero como había terminado con las narices infladas tras su trabajo como director, decidió buscarse a algún primo que se comiese el marrón de realizarla mientras él permanecía controlándolo todo desde la sombra como productor. Así fue como dio con Irvin Keshner, un antiguo profesor suyo de la Universidad de California adicto al pegamiento, a quien se la metió doblada con la oferta de dirigir "El imperio contraataca". Curiosamente, la película resultó ser la mejor de la trilogía clásica, pero a Lucas eso ya se la sudaba porque había empezado a cogerle el truco a lo de contar fajos de billetes por las noches antes de acostarse.
Mientras Keshner se desgañitaba en los platós, Lucas también aprovechó para producir la continuación de "American Graffiti", con el original nombre de "more American Graffiti" (la originalidad en los nombres es una constante en la familia Lucas). Por supuesto, no la dirigió ni de coña. La película fue un fiasco.
Tras embolsarse más millones con el trabajo de Keshner, George empezó a trabajar en la tercera entrega, "El retorno del Jedi", pero ya inmerso en pleno divorcio con su mujer, Marcia, a quien ahora apodaba cariñosamente "esa puta de coño apestoso". De modo George tuvo que comerse el marrón de producir una nueva entrega, cuidar del churumbel que habían adoptado (maldita la hora, debió pensar) y no perder el dinero a golpe de divorcio.
Tras cerrar la trilogía galáctica y perder parte del dinero a golpe de divorcio, George optó por centrarse en su trabajo y las pajas matutinas. Durante estos años verían la luz bodrietes como "Howard el pato" (1986), una lisérgica película sobre un palmípedo alienígena que venía a la tierra para trabajar de ginecólogo y "Willow" (1988), versión en plan fantasía-época de "La guerra de las galaxias" que tampoco funcionó por ser, en esencia, un autoplagio con actores enratonaos. Fueron tiempos aciagos para el pobre George, quien paliaba su dolor inyectándose Cola-Cao en vena y esnifando polvo de galletas María.
No obstante, también fue el periodo en que colaboró activamente con Spielberg para la trilogía del doctor Indiana Jones, un profesor universitario aficionado a cepillarse alumnas en su despacho que, para aparentar que trabajaba, se dedicaba a viajar por el mundo con un sombrero de ala y un látigo en el cinto mientras buscaba bronca. Se cuenta que Spielberg y él andaban tocándose los cojones en la playa de Hawai mientras se estrenaba la primera entrega de "La guerra de las galaxias", y que fue allí, en mitad de una conversación a base de absenta y marihuana, cuando ambos se pusieron de acuerdo para crear un James Bond antropólogo.
La década de los ochenta se cierra con Lucas convertido en un dios, explotando todo lo que puede el filón mercadotécnico de "La guerra de las galaxias", Industrial Light & Magic erigida en referente de los efectos especiales carísimos y un montón de millones más en las cuentas bancarias de su banco (que no en el banco de Marcia "la guarrona").
Después vendría la década de los 90, las precuelas y su espectacular papada-bocio. Pero esa es otra historia que dejo para que usted la cuente.
El supuesto padre de George, el Wombat Supremo (ser supremo del universo), por su 4º cumpleaños, le regaló una porcioncilla de universo, con una galaxia más vacía que los fondos de Afganistán. De los 4 a los 13 años se dedicó a colisionar meteoritos y a arrasar civilizaciones como quien baila sevillanas a ritmo de Metallica. Después la dejó abandonada por aburrimiento.
No obstante, a la edad de 33 años vió la luz, y decidió crear una galaxia de paz y orden, pero el clon malvado de Dios, Diox, se metió de por medio mientras George dormía, y dejó la galaxia más inestable que los dientes del Cuñao.
Al despertar, George vió semejante Caos, y no pudo hacer otra cosa que crear "La Fuerza", un campo de energía místico capaz de dar a ciertas personas que se chutan midiclorianos el poder de mover cosas, asi por la cara, o de matar con solo mirar mal, e incluso, la habilidad de expulsar a la velocidad de la luz un plato de fabada asturiana equivalente a tres raciones.
Artículo principal: Jedi
Tras la creación de La Fuerza, Lucas creó a los Jedi, guardianes de la justicia (anteriores guardianes de Toys 'R' Us), dotados de habilidades paranormales y psicokinéticas capaces de ponerle los pelos de punta a Mulder Y Scully.
Tras la creación de los Jedi, que empezaron a darse de ostias por ver quien era el mejor, Lucas creó la Órden, con los mejores luchadores. Esta creación provocó un pique a escala monumental entre ciertos jedi, que se fueron al otro lado de la Galaxia, y crearon la orden de los Sith (que por supuesto, venera a Diox).
Así, la Galaxia permaneció en relativa paz, pero acojonantemente inestable. Cuando uno iba al baño con la República, tiraba de la cadena y salía con el Imperio...
Todo Jedi siempre lleva encima un cinturon Edición Coleccionista de la serie de MacGyver, con navaja suiza incluida, con modo Sable Láser. Sirve para reventar puertas, cortar carne, desmembrar malos, talar árboles y matar a Bambi. La espadita láser en cuestión puede ser de muchos colores, menos rosa, porque si no, quedaría un poco ridículo.
Tras la "estabilización Inestable" de la Galaxia de George, decidió mostrarle a todos los humanos lo que había hecho. Para ello, recurrió a la creación de una optimización de sonido llamado "TECH", pero contrató a un gallelo mauro y acabo siendo "TeHacheXkis" (Toma Hefectos Xaxones). Con esto, creó una nueva dimensión en lo que al sonido se refiere.
Al crear el TeHacheXkis, Lucas estaba preparado para saltar a la gran pantalla de nuevo, con su saga de Star Guórs (cosillas del copyright). Tras el estreno de la primera, surgieron los Frikis, fieles adoradores de la Galaxia de Lucas, y los cuales no cesaban de alabar al Dire y de "Usar" la Fuerza. Estos frikis pidieron a gritos la creación de las otras cinco pelis. Fue todo un éxito.
Si hay un concepto churresco asociado a George Lucas ese es el de "La fuerza". Aparecida en "La guerra de las galaxias", se ha convertido en un elemento de la cultura popular friki del que todo el mundo cree saber su definición, aunque en realidad cada cual se acaba inventando su significado como mejor le parece.
Básicamente es un poder mágico que lo mismo te permite quitarle las bragas a una pava sin usar las manos, que levantar un camión en un taller mecánico. Y todo ello con los ojos cerrados, tan solo proponiéndoselo. La reacción que su uso causa en quienes la presencian es idéntica a tirarse un cuesco dentro de un ascensor: todos te miran pensando que es increíble que lo hayas hecho.
El tópico más extendido es que a Lucas se le ocurrió semejante bobería mientras estaba encamado durante su accidente de tráfico adolescente, argumentando que las pasó bien apretadas para recuperarse. De ahí el rollete de "la fuerza de voluntad", "si quieres puedes", "aprieta que ya saldrá" y demás paridas. Lucas nunca se ha pronunciado al respecto, quizás porque se parte el culo al ver cómo se las gastan los seguidores con este asunto, prefiriendo contar los billetes que le produce su imperio económico.
En 1999, Lucas destrozó la idea al darle un origen biológico a golpe de midiclorianos; unas especies de ladillas que padecen los Jedi, pero que no se pegan por hacer guarrerías en privado.
La vida privada de George estuvo dominada, en principio, por Marcia Griffin; una compañera de estudios y trabajo que llevaba años chuperreteándole la minga dominga y con quien se casó en 1969, pasando a llamarse Marcia Lucas. Años después sería ella la responsable del montaje de la primera película de "La guerra de las galaxias". Cuentan algunos que Lucas hizo tal gilipollez de montaje previo que Marcia lloró, sangró y sufrió de flatulencia pastosa al verlo la primera vez, siendo ella quien tuvo que rehacer el montaje. Es decir, que "La guerra de la Galaxias" que conocemos es, en gran parte, obra de ella. No en vano, ganó un oscar compartido por este trabajo. Marcia también trabajaría en los montajes de las dos continuaciones, aunque con menos bombo y más hiel.
En 1983 se divorciaron tras un proceso tortuoso en donde Marcia casi le saca los ojos a golpe de abogado, dejándole en una situación financiera más propia de Chiquito de la Calzada en sus tiempos de adicción al crack. Según se cuenta, el origen del divorcio fueron los cuernos que ella le puso con un decorador de vidrios que trabajaba en la construcción del rancho Skywalker, motivado a su vez por la alergia que Lucas tenía al sexo. Una situación insufrible que Marcia, más caliente que los palos de un churrero, no pudo soportar, por más que desgastaba los pepinos de la nevera por kilos. El osado semental resultó tener diez años menos que George, tal y como fue confirmado por la prensa. De este modo, Marcia le puso la cornamenta a lo grande y sacando tajada. De hecho, George se vio obligado a vender propiedades para satisfacer las aspiraciones económicas que la fulana de su mujer le imponía durante la ruptura. Asimismo, es también sabido que George jamás ha querido vivir en ese rancho, no habiendo siquiera retirado los restos de lefa que dejó el decorador por las paredes. Por otro lado alrededor de la persona de Marcia Lucas ha generado un halo de misterio y silencio que da miedo. De hecho, es muy difícil encontrar fotografías de ella o siquiera información adicional con posterioridad al divorcio. Es lo que ocurre cuando le pones la cornamenta a quien no debes.
Tras pasar por un periodo de amargura y hundimiento que le empujaron a usar el tubo de la aspiradora para desahogarse por las noches, a George se le vinculó con la cantante-pelandusca Linda Ronstadt, con quien estuvo jugando a los médicos varios años, al cabo de los cuales la relación se fue al garete. Algunos dicen que porque George quería convertir aquello en algo serio (el muy idiota no aprendió la lección), mientras que ella no.
En los últimos años le ha dado por el rollo ebano, es decir, follar con negras, tal y como evidencia el tonteo que se trae Mellody Hobson, la vicepresidenta de Inversiones Ariel; una potentísima empresa inversora.
Lugar de pajeo oficial de todo aficinado a "Star Wars" que se precie, consiste en una propiedad enorme, ubicada en el condado de Marin, construida durante los años ochenta. Hasta bien entrados los noventa, su ubicación tenía más de misterio que de verdad, tan poco se sabía de él. Allí George levantó una gran vivienda y varias instalaciones tecnológicas que fueron el desmadre digital de la época. Fibra óptica por doquier, una superbiblioteca, mucho merchadising por todas las esquinas, nombrecitos chulos y mucho estudio de efectos especiales donde "nacía la magia" de ILM. Era como el Neverland de Michael Jackson, solo que aquí se violaban ewoks. La gente se daba hostias con rayadores de queso para poder visitarlo. Anecdóticamente George nunca vivió en él, y solo lo usaba para algunos actos.
Durante su construcción, los vecinos se quejaron porque, decían, George estaba contaminando el medio ambiente con sus máquinas. George les respondió con el clásico "¡comédmela de canto, payasos!" a la par que compró todos los terrenos adyacentes que pudo. Poco después dejaron de protestar, no sabemos si por el dinero pagado por George, o porque disfrutaron cuando estuvieron de rodillas.
A día de hoy, las instalaciones son solo un referente tecnológicamente desfasado superado por cualquier instalación digital empresarial. La mayor parte de sus instalaciones están ahora en San Francisco. En el rancho solo quedan los estudios Skywalker Sound. Aun así, la gente sigue estando que no caga con este sitio. George, sin embargo, reside en San Anselmo.
Empresa de efectos especiales creada por Lucas para "La guerra de las galaxias". Fue fundada contratando publicistas fumaos con barbones y patillas, más preocupados por intercambiar maría que por hacer su trabajo. Al principio funcionó como el culo, hasta que George se presentó un día y repartió hostias como aspas de molino. A partir de ese momento se convirtieron en los líderes haciendo chorradas electrónicas y con marionetas. Posteriormente dieron el salto a los gráficos por ordenador, donde también se forraron. Hoy día sufre la competencia de otras empresas, quizás no tan punteras, pero más baratas. Se llevan a muerte con los neozelandeses de WETA, a quienes llaman por teléfono para insultarlos en mitad de la noche.
George no tiene hijos propios, no sabemos si porque se ha hecho tantas pajas con "Star Wars" que ya la tiene seca, o porque no hay mujer que lo aguante lo suficiente para dejarlo entrar en su entrepierna. Sea como fuere, en el año 81 Marcia y él adoptaron una niña llamada Amanda. Como la experiencia de coger hijos de otros para reeducarlos le gustó, en los años 88 y 93, adoptó en solitario a otros dos: Katie y Jett (niña y niño, respectivamente).
No obstante, cuando Amanda y Katie crecieron demostraron ser unas focas monjes más feas que un guarro. Eso sí, con la increíble suerte de ser las hijas adoptivas de un pollo con más pasta que un tubo dentífrico. No es de extrañar que todos hayan hecho cameos en la triple precuela de "La guerra de las galaxias". La cosa es tomar contacto con el negocio.
La mayor, Amanda, se gana la vida (es un decir) como profesora de Hip-Hop, aunque en el 2008 se fue a Nueva Zelanda para participar en un combate de Kick-boxing. La pusieron a caldo en pocos minutos, mientras su padre maldecía el ridículo que tenía que soportar.
El menor, Jett, ha sido acusado de ser el responsable de bautizar al personaje de Jar Jar Binks con tal nombre. Está en busca y captura por algunos fans, quienes lo acusan de colaboracionista.
A día de hoy viven pendientes de él y su papada, preguntándose cuándo será devorado por ella para así poder meterle mano a sus cuentas bancarias.
George tiene a su servicio a un ejército de abogados cuya función es controlar cualquier aspecto de su imperio económico. George no compra ni un chupa-chups sin antes consultarlo con ellos y sus asesores legales. El camino más directo para despertar con una cabeza de caballo al lado de la almohada es intentar usar algún elemento de su universo sin pedirle permiso, porque sus abogados se encargaran de que se le quiten las ganas de volver a intentarlo. Son famosas las condiciones draconianas que imponen a las partes con quienes negocian.
Curiosamente, en sus inicios George pretendía huir de las grandes productoras y su control sobre las películas y el dinero. Y mire por donde, ha terminado siendo igual (o incluso peor) que ellas.
El pelo de George es casi tan importante como su ejército de abogados, y lo cuida como tal.
Cabe distinguir dos tipos de peinados. El primero, con mucho cuerpo y a veces con un gran rizo, lo ha usado desde su juventud hasta épocas recientes. El segundo, con el pelo hacia atrás al estilo Mario Conde, lo usa con frecuencia desde el año 2005. Este último es más coherente con su situación actual: empresario multimillonario al que se la suda la industria, la prensa, los frikis y los críticos.
El mejor amigo de George es billetes. Son incontables las colaboraciones entre ambos. No obstante, últimamente se tienen que parar los pies para no pifiarla. Sin ir más lejos, Spielberg tuvo que azotarle con el palo de la escoba durante la escritura del guion de "Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal", porque George quería meter cada vez más y más rollo extraterrestre. El pobre chochea.
Por otro lado, George suele irse de farra con Ron Howard, un niño prodigio, metido a actor mediocre y reconvertido en director marioneta, al que George usa para tirar de los hilos cada vez que le viene en gana hacer algún experimento cinematográfico. Ron, por supuesto, se deja siempre, como toda buena mascota que se precie.
Lucas sufre de una rara enfermedad entre los hombres llamada vaginafobia o, más comúnmente, miedo a los potorros. Consiste en un pánico incontrolable y paralizante que aqueja al enfermo cuando ve un chichi; miedo que se ve incrementado cuando el chumino se abre o está acompañado de tremor labial (es decir, cuando los labios vaginales externos vibran como los tentáculos de un cefalópodo).
Este pánico le ha llevado a huir del sexo en su vida y obra, lo que se ha traducido en un horror potorril mayúsculo que George ha tratado de exorcizar mediente referencias fálicas y penetración metafóricas. Tal es el caso de los sables láser, el Halcón Milenario entrando en la madriguera de un gusano espacial, la inserción de Han Solo en el congelador de carbonita o las continuas escenas en las que algún objeto o persona era introducido en receptáculos de diferente tamaño. Así es como Lucas, por consejo médico, ha tratado de combatir esta rara fobia, aunque con escaso éxito.
Actualmente, George sigue en tratamiento y es objeto de cachondeo en las facultades de medicina. Sus hijos y amigos se mofan de él mediante chascarrillos del tipo "Coño George, cuánto tiempo sin verte", "No me des más el coñazo, papá", "Tócate el coño, Georgi", "Eso está en el quinto coño", "Esta empresa parece el coño de la Bernarda" y "¿Pero qué coño...?". De hecho, George ni siquiera tiene "felpudo" en casa.
Por consiguiente, George no folla, lo que no significa que no joda. De hecho, lleva más de una década jodiendo la historia que él mismo construyó en los años 70 y la imagen que se grangeó durante los 80. Y todo ello en nombre del pecunio.
A George no le gusta que le jodan. Reagan le jodió al usar el nombre de "Guerra de la galaxias" para un rocambolesco proyecto militar jamás realizado consistente en poner en órbita satélites antimisiles armados con rayos lásers. George fue a juicio para defender sus derechos sobre el nombre... y perdió. Años después Reagan le pidió una visita al, por aquel entonces mítico, Rancho Skywalker. George se la negó con un corte de mangas y Reagan se murió como un cabronazo sin llegar a visitarlo nunca.
Con George no se juega. Y si lo haces, atente a las consecuencias.
Es evidente que los miembros del Comité que confiere anualmente el acojonante. Aunque todo el mundo sabe que para que el sonido se pueda transmitir hace falta un medio, tal como aire, agua, etc., Lucas postula su transmisión en el vacío perfecto del espacio interestelar, y además le funciona.
Pero ésa es sólo una minucia. Por todas partes en la saga de las 6 pelis, algunos personajes se desplazan en ingeniosos artefactos que los llevan a hipervelocidad (sea lo que sea tal cosa) por el subespacio (ídem) de un planeta a otro, ubicados en extremos opuestos de la galaxia, de forma que llegan y se encuentran con sus amigos, conocidos, socios, rivales, compañeros de tragos, etc. como si tal cosa, como si regresaron del pueblo vecino, y aquí no ha pasado nada. Joder, si el tío acaba de recorrer 75.000 AÑOS-LUZ, y en el punto de destino, todos muy bien, gracias! Como si no hubiera pasao ni un mes.
Feo, muy feo asunto éste. Munición de alto calibre que jamás debió ser disparada. Un suceso oscuro y terrible que merece la mayor gravedad. Descubrámonos ante unos acontecimientos que pasmaron a la humanidad e hicieron hervir los pozos del Hades.
Corría el año 1978 y "La Guerra de las Galaxias" había sido un éxito. Lucas nunca había visto tanto dinero amontonado encima de la cama, Coppola se congratulaba de tenerle por amigo (y de los billetes que iban pegados a esa amistad) y Spielberg seguía preguntándose cómo narices lo había logrado aquel diabético. Por aquel entonces a George no se le ocurrió otra cosa que aprovechar el fortísimo tirón que estaba teniendo su película para crear un spin-off televisivo. Un trabajo menor que se centrase en la familia de Chewbacca. No obstante, Lucas prefirió no pringarse, quizás porque el destino quiso que una fugaz presciencia inundase su inconsciente y le advertiese de que aquello olía mal. De modo que dejó el proyecto en manos de Steve Binder y David Acomba, dos gurriatos inexpertos que no habían visto otra cosa en su vida más que televisión y revistas pornográficas. El resultado de aquella idea fue un producto estrenado una única vez en noviembre del 78 y que supuso la hecatombe en los EE.UU.
La película de hora y media resultó ser un pastiche infumable, absurdo, lisérgico, en donde una familia de wookies hacían los memos delante de la cámara emitiendo bufidos y rugidos, mientras a su alrededor se sucedían acontecimientos a cual más surrealista. Al metraje rodado con actores reales le fueron engarzados fragmentos de dibujos animados insertados con menos criterio que un ciego trinchando durante una operación de neurocirugía. Para colmo, Harrison Ford y Carrie "hierbas raras" Fisher hicieron pequeños cameos de los que se arrepentirían el resto de sus vidas, número musical incluido. Un verdadero churrasco absurdo en donde llegaron a emplear retazos de metraje no usados en "La guerra de las galaxias". Literalmente una bazofia que dejó en evidencia el bajísimo nivel cualitativo de quienes habían intervenido, amén de la futilidad de los controles para prevenir el consumo de drogas duras durante los rodajes.
La conmoción que se produjo fue tal que George, al verla, intentó suicidarse ingiriendo media docena de cajas de píldoras anticonceptivas de su mujer. No logró su objetivo más allá de una voz más aguda y una atrofia testicular notable.
Traumatizado, iracundo y clamando al cielo con voz de pito, George dio orden a todos los intervinientes en aquella producción para que guardasen silencio sobre aquel acontecimiento durante el resto de sus vidas, prometiendo que jamás volvería a ser emitido e iniciando una cruzada para hacerse con todas las copias. Empero, la existencia de grabadores de vídeo VHS y BETA en muchos hogares dieron al traste con sus planes de exterminio.
Asimismo, Lucas puso en práctica un elaboradísimo plan para acabar con el problema: negar su existencia. De esta manera, cuando alguien le preguntaba por dicha emisión televisiva, George siempre respondía:"¿Qué? ¿Quién? ¿Yo? ¿De qué me está hablando? ¿Dónde estoy? ¿Estoy chocheando?". Y hacía mutis por el foro.
No obstante, el tiempo y las pruebas han acabado poniendo a Lucas contra las cuerdas, por lo que no le ha quedado más remedio que reconocer que sí, que aquella emisión no fue el fruto de un derrame cerebral masivo entre los telespectadores, sino un luctuoso suceso con el que él, por supuesto, jamás tuvo nada que ver. Que el dinero y las órdenes de producción saliesen su bolsillo eran hechos accesorios, circunstanciales y en absoluto probatorios.
En la actualidad, mencionarle el especial de Navidad de 1978 implica provocarle un ligero temblor en su papada, un rechinar de dientes y una mirada a sus guardaespaldas que habla por sí sola: "Quedaos con su cara. Y que parezca un accidente".
George Lucas es un cachondo, y no pierde oportunidad de recordárnoslo.
Así, cuando terminó de rodar "La Guerra de las galaxias", visitó la universidad que le vio crecer como estudiante. Allí se encontró con Irvin Keshner, antiguo profesor suyo que le tenía manía porque George prestaba poca atención en sus clases (Lucas siempre se sentaba al fondo del aula, con una revista guarra y un paquete de pañuelos de papel). George aprovechó para restregarle por la cara su éxito, a lo que Keshner le respondió igual que cuando lo pillaba dándole a la zambomba peluda en clase: "¿A que no tienes huevos de hacerte otra?". Y George, que es más chulo que un ocho, respondió: "Anda que no. Pero la vas a dirigir tú. Listo, que eres un listo". Y Keshner acabó dirigiendo la mejor película de la saga, "El Imperio Contraataca".
Ya a mediados de los ochenta, George se topó con Ron Howard mientras paseaba por el barrio chino. Ron le preguntó que por qué no hacía algo nuevo. Lucas le dijo que necesitaba grandes actores para hacer grandes trabajos. Howard le espetó que él, sin embargo, no necesitaba grandes actores para hacer películas. A Lucas aquella chulería le tocó la fibra sensible y replicó:"¿Ah, sí? Pues ahora voy a hacerme una película, no con hombres grandes, sino con enanos de feria. Chúpate esa alopécico". Y produjo "Willow". Y fue un fracaso de taquilla. Lo malo es que fue dirigida por el bocazas de Ron Howard.
Años después, George se topó con Spielberg, quien le criticó por vivir de las rentas de la franquicia. "No das un palo al agua, muchacho. Tienes más cuento que un político prometiendo rebajas fiscales". Aquello sentó mal a George y decidió resolverlo de la peor forma posible, es decir, rodando una triple precuela de "La guerra de las galaxias". Creo que todos coincidimos en que Steven podía haberse metido la lengua en el culo.
Ya en el 2011, y durante una reunión con amiguetes, a George le dio por querer ser el alma de la fiesta, y empezó a marcarse un rollo sobre el fin del mundo en el 2012. Lo dijo con tanta seriedad que algunos de los presentes se lo creyeron. Días después, el asunto terminó en manos de los medios de comunicación, quienes se hicieron eco de la fanfarronada. Lucasfilm tuvo que salir al paso con una nota de prensa declarando que George estaba más borracho que un mandril en una destilería cuando hizo tales declaraciones. Algunos dudan que George estuviese de coña.
George es un graciosete. A su manera, pero un graciosete.
Con el devenir de los años, George ha ido desarrollando debajo de la barbilla un prominente saco de carne (aka, papada) que ha generado no pocas teorías. He aquí las más consistentes y con mayor base científica.
- Teoría de la inversión: El tamaño de la papada de Lucas es inversamente proporcional a la calidad de sus películas. Parece demostrado que cuanto más le crece la papada a George, menor es la buena calidad de sus trabajos.
- Teoría de la conversión: Lucas se está convirtiendo en Jabba The Hut por medio de un tratamiento secreto a base de hormonas de babosa que se administran por vía anal (aka por el culo).
- Teoría de la adaptación: George Lucas se está dejando crecer la papada (sí, se pueden dejar crecer) para poder caberle en la boca a Julia Roberts (sin dejar espacio para el aire). El porqué de este acto está pendiente de estudio.
- Teoría de la preservación: La papada de Lucas es en realidad una caja fuerte portátil, en donde George guarda los beneficios que obtiene con su franquicia. A más beneficios, más papada.
No todo lo que rodea a George Lucas es dinero y orgías con sus abogados hasta altas horas de la madrugada. También hay lugar para las buenas acciones, tal y como demuestra la recuperación a la que sometió a R2-D2 tras una alicaída carrera olvidada.
R2-D2 alcanzó la fama con las tres primeras entregas de "La guerra de las galaxias". Un logro encomiable para alguien criado en los suburbios de Detroit y con un pasado oscuro que incluía bailes de dudosa moral en locales de alterne nocturnos durante la década de los 60. No obstante, al terminar "El retorno del Jedi" R2-D2 fue incapaz de encajar la fama, hundiéndose en una depresión que, a la postre, se convirtió en una montaña rusa emocional. La soledad, la bebida y el abandono se convirtieron en una constante. Allí donde antes había alguien reconocido y admirado, ahora había un personaje miserable, con los engranajes gripados, olvidado por todos, al que nadie quería contratar. Durante ese periodo de miserias, R2-D2 intentó ganarse la vida con películas independientes, a la vez que intentó expandir sus registros mediante el estudio de interpretación. Aunque no logró gran cosa, sí que llegó a sostener una lanza por sus propios medios, con vistas a trabajar en algún peplum. De hecho, incluso aspiró a papeles Skapespearianos. Pero nada lograba sacarle del mísero pozo sin fondo en el que estaba enfangado, durmiendo entre cubos de basura y viviendo de la caridad.
Fue necesaria la intervención de Lucas y el antiguo compañero de juergas de R2-D2, Richard Dreyfuss, para que la oportunidad surgiese de nuevo en forma de "La Amenaza Fantasma". No obstante, R2-D2 no puso mucho de su parte. Sus problemas con la bebida le hacían presentarse en los rodajes ebrio, confundiendo sus líneas de diálogo y trabándose durante las tomas. Esto molestó a sus compañeros de trabajo, quienes veían perjudicar sus intervenciones cuando compartían escena con él. La situación empeoró cuando R2-D2 empezó a traer chicas de dudosa reputación a los rodajes. Chicas jóvenes, deshinibidas, de trajes ceñidos, a las que encandilaba con facilidad. Unos excesos que no gustaron a nadie, ni tan siquiera al paciente Lucas.
Como dijo sobre él un compañero de profesión: "Estando a la altura de la entrepierna, es difícil de agradar"
Un documental demuestra la generosidad de Lucas hacia esa desagradecida montaña de chatarra cromoazulada. [[1]]
He aquí los diez mandamientos por los que debe regirse cualquier adorador de George Lucas:
I. Amarás a George (y a Chewbacca) sobre todas las cosas.
II. No tomarás el nombre de "Starwars" en vano.
III. Santificarás la franquicia.
IV. Honrarás a Yoda y Obi Wan.
V. No tirarás de la burra a las precuelas.
VI. No criticarás los cambios en las ediciones especiales.
VII. No piratearás las películas.
VIII. No dirás falso testimonio ni mentirás sobre la papada de George.
IX. No consentirás pensamientos ni desearás la muerte de George.
X. No envidiarás el dinero de George.
George Lucas sufre de una rara enfermedad conocida como Inflamación Distrófica-Irritativa Ocular Tractiforme Anal (aka IDIOTA) que le empuja a hacer continuas versiones de la trilogía galáctica clásica para poder conseguir más billetes de mil dólares con los que limpiarse el culo. He aquí una lista de ellas:
- Edición de 1986 (aka "Exploding Edition"): Los ewoks ahora explotan por contacto entre ellos y Han Solo únicamente habla en suajili. Sus frases están subtituladas.
- Edición de 1988 (aka "Deluxe Exploding Edition"): Los ewoks, además de explotar, expulsan gas tóxico por las orejas cuando hablan. El suajili de Han Solo tiene ahora acento caribeño. Luke sufre una apoplejía en mitad de la historia que le hace hablar con la boca al lado y tartamudeando.
- Edición de 1990 (aka "XXX Imploding Edition"): Los ewoks ya no explotán, sino que implotan, pero tienen órganos sexuales descomunales. Siguen emitiendo gases tóxicos. Han Solo tiene nuevas líneas de diálogo en la cantina en las que habla de su pasado como sexador de pollos.
- Edición de 1993 (aka "Banana Edition"): Ahora Han Solo sopla el plato de gazpacho que le sirven en la cantina. Se añade una escena inédita dentro de "El Halcón Milenario" en donde Leia muestra su habilidad para meterse varios plátanos en la boca al grito de "¡Mira todo lo que me entra, Obi Wan!"
- Edición de 1997 (aka "Ultimate Edition"): Han Solo pasa a ser un transexual que mantiene una relación contra natura con su hámster hormonado al que llama Chewbacca. Remasterización digital de las voces de los Ewoks. Según Lucas, "ahora se les entiende cuando chillan antes de sufrir una erección que les hace implosionar en un festival de vísceras sanguinolentas. A los críos les encantará".
- Edición del 2001 (aka "Liendres Edition"): Luke descubre que Vader no es su padre, ya que fue el hijo bastardo de un ewok borrachuzo que abusó de su madre en la Luna de Endor. Chewbacca ahora tiene ladillas que le impiden disparar su ballesta láser con precisión.
- Edición del 2007 (aka "Privilegium Pack"): Gracias a los avances infográficos, ahora se ven las tetillas a Darth Vader debajo de la ropa, los pelos de Chewbacca han sido retocados por ordenador uno a uno y, por fin, vemos la mítica (y siempre negada) escena de sexo entre Yoda Y Obi Wan.
"Darle a la morcilla es sumamente importante. Nada se hace sin que antes medien unas pajillas."
"Aprender a hacer películas es muy fácil. Yo las hago."
"El talento es como los culos, todo el mundo tiene uno y hay que limpiarlo a diario"
"Forrarse intensamente es muy importante. Nada se consigue si no te forras antes"
"Una película se termina cuando la gente deja de comprar versiones retocadas"
"Jar Jar Binks es un reflejo de mi ego nietzscheano intentando una transvaluación ateológica de mis creencias sobre el Cipote de Archidona"
"Usted sólo tiene que poner un billete encima de otro y seguir hasta que yo se lo diga"
"Una película no se abandona, tan sólo deja de ser rentable"
"Correcta o incorrecta ésta es mi película, ésta es mi decisión, y ésta es mi visión creativa, y si a la gente no le gusta, que se vayan a tomar por culo"
"Me preocupa nuestra herencia nacional. Bueno, en realidad me preocupa mi herencia, porque no tengo hijos, tengo sanguijuelas"
"El sonido y la música son el 50% del entretenimiento en una película. La otra mitad es contar billetes"
"Me da igual que lo laves a diario, Peter. No vuelvas a correrte dentro del traje de Chewbacca, ¿ok?"
"Es falso que yo deteste hacer películas con esos mamones, egocéntricos, babosos y bastardos que se hacen llamar actores. Si yo los adoro..."
"No le guardo rencor a la Academia por no haber ganado nunca un Óscar. Valgo más que esa escoria inmunda que la conforman, de modo que no me lo tomo a mal"
"La cesión de los derechos de la saga galáctica empezó como un chiste para caer simpático a los directivos. Y mire por dónde va ya la broma"
"Ordénales que dejen las navajas antes de entrar en el plató, que maldita la hora en la que contraté enanos de feria para hacer de Ewoks"
"Para mí un trekkie es como un wookiee con diarrea. Algo a evitar que no conviene tener cerca"
"El olor a bacalao de las pescaderías me recuerda el jígoz de mi exmujer"
A día de hoy, a George Lucas se le ama y desprecia a partes desiguales. Si en el pasado era el director más grande habido y por haber, ahora es el vendedor de humo más grande habido y por haber. Tal cambio de opinión está muy relacionado con su hábito de esnifar cenizas de billetes de mil dólares, razón por la que necesita ganar cada vez más dinero. No obstante, hay excepciones. Son personas a las que se las distingue por hablar bien de la nueva trilogía, alabar los efectos especiales de sus películas y flipar con los sables lásers dobles. No obstante, se les considera especímenes inferiores.
En la actualidad, decir George es decir dinero, pasta, guita, beneficio, negocio, plata, cuartos o pelas. De hecho, la RAE está estudiando incluir su nombre como sinónimo de todas esas palabras, de modo que cuando alguien tenga mucho dinero podrá decir sin miedo "tengo mucho George".
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